Cuando empecé en esto, pensaba que el diseño web era… bueno, eso: diseño. Bonito. Creativo. Visual.
Hacer que las cosas se vieran lindas y modernas.
Spoiler: no es así.
O al menos, no solo así.
Lo que no veía
No veía que el diseño web es también organización mental.
Es decidir qué va primero, qué importa más, qué necesita ver la persona que llega por primera vez a tu sitio y qué puede esperar.
Es preguntarte por qué alguien haría clic en ese botón y no en el de abajo.
Es escribir pensando en alguien más.
Diseñar no es solo mover bloques en una plataforma.
Es conectar.
Con el tiempo entendí que el diseño web se parece más a hacer preguntas que a dar respuestas.
Y que el buen diseño no grita “mírame”, sino que susurra “por aquí, esto es para ti”.
Aprendí que menos es más.
Que no necesitas llenar todo de efectos o animaciones si sabes qué estás diciendo.
Y que muchas veces, lo que ayuda a que una web funcione… no se ve.
El diseño web es…
Con el tiempo entendí que el diseño web se parece más a hacer preguntas que a dar respuestas.
Y que el buen diseño no grita “mírame”, sino que susurra “por aquí, esto es para ti”.
Aprendí que menos es más.
Que no necesitas llenar todo de efectos o animaciones si sabes qué estás diciendo.
Y que muchas veces, lo que ayuda a que una web funcione… no se ve.
- Escuchar antes de proponer
- Entender antes de ejecutar
- Traducir lo que una persona quiere decir, en algo que otra pueda entender
Y eso me parece profundamente humano.
Por eso trabajo como trabajo
Porque no quiero solo que tu sitio “se vea bonito”.
Quiero que se entienda. Que funcione. Que conecte.
Y si tú también pensabas que necesitabas una web ultra estética,
quizá lo que necesitas es claridad.


